Conocerte fue una bendición. Cuando mi hija salió del hospital con una fuerte inflamación cerebral tras varios días de tratamientos con esteroides, su cuerpo quedó alterado: insomnio, dolores intensos y desórdenes hormonales. Estaba desesperada, pero tu guía llegó como una luz. Con tu protocolo y acompañamiento, los cambios fueron sorprendentes: el mismo día desaparecieron los dolores de cabeza, en tres días volvió a dormir profundamente y su ciclo se reguló. Han pasado más de ocho meses y sigue estable, sin síntomas. Tu dedicación nos transformó como familia, en lo físico, emocional y espiritual. Gracias por devolvernos la esperanza.

Con el acompañamiento de Joha sentí que el camino se volvía más claro y posible. Tener una guía me ayudó a saber qué observar, qué pasos seguir y cómo entender mejor lo que estaba pasando con mi hija. Durante el proceso, todo comenzó a tener sentido: comprendí las causas detrás de sus reacciones y eso me dio paz. Hoy me siento más tranquila, con confianza y claridad para seguir acompañándola cada día.

Desde el primer día, me sentí acompañada. Joha me brindó claridad y confianza en cada paso. Me explicó todo con paciencia: cómo recibir el diagnóstico, cómo ajustar la alimentación de Liam y cómo usar los parches para apoyar su proceso. No ha sido fácil, este camino tiene altas y bajas, pero los cambios han sido notables. Hoy Liam está más calmado, más atento y con avances visibles en su aprendizaje. Yo también aprendí a observar, a entender y a confiar. A veces pensamos que esos momentos no llegarán, pero cuando aprendemos a mirar con conciencia… llegan.

Antes de conocer a Joha, me sentía perdida. Mi hijo lloraba todo el día, no dormía y rechazaba casi toda la comida. Probamos terapias, suplementos, y nada parecía funcionar. Con su acompañamiento aprendí a mirar el cuerpo de mi hijo desde otra perspectiva: entender su intestino, su descanso y su energía. Poco a poco, los días se hicieron más tranquilos. Empezó a dormir mejor, a tolerar más alimentos y a comunicarse con miradas y gestos. Hoy puedo decir que no solo cambió él… también cambié yo. Aprendí a confiar, a observar y a no rendirme.

Llegué agotada, sin saber por dónde empezar. Mi hijo tenía crisis frecuentes, y cada médico me daba una respuesta diferente. Sentía que nadie escuchaba lo que yo veía en casa. Cuando conocí a Joha, encontré una guía clara y humana. Me ayudó a conectar los puntos: inflamación, sueño, alimentación, emociones… todo tenía sentido. Empezamos paso a paso, con paciencia, y los cambios llegaron: menos crisis, más calma y una conexión que no conocíamos. Hoy sé que la regulación empieza desde adentro. Gracias por enseñarme a mirar con otros ojos.