Rompiendo mitos
Rompiendo mitos: lo que sí y lo que no funciona en el camino del autismo
Cuando recibes un diagnóstico de autismo para tu hijo, el mundo parece detenerse… y al mismo tiempo acelerarse. De repente, todo son consejos, terapias milagrosas, tratamientos costosos y promesas de cambios inmediatos.
Yo misma pasé por ese torbellino. Invertí tiempo, dinero, energía y lágrimas en caminos que no siempre dieron frutos. Aprendí, a veces de la manera más dura, que no todo lo que brilla es oro y que no todo lo que funciona para otros, funcionará para tu hijo.
En este artículo quiero compartirte, desde mi experiencia como mamá y educadora, qué mitos necesitamos romper y qué estrategias realmente hacen la diferencia.
1. Mito: “Las terapias son la única solución”
No me malinterpretes: las terapias son valiosas y necesarias. Alan ha tenido terapeutas maravillosos que han aportado a su desarrollo.
Pero aprendí que la terapia sin un cuerpo sano es como querer encender una lámpara sin electricidad. Puedes repetir ejercicios una y otra vez, pero si tu hijo tiene inflamación intestinal, déficit nutricional o dolor físico, su capacidad de atención y aprendizaje estará limitada.
Lo que sí funciona:
Un abordaje integral que incluya salud intestinal, sueño reparador, nutrición adecuada, regulación emocional y, desde ahí, la estimulación y terapia. Cuando el cuerpo está equilibrado, la terapia rinde el doble.
2. Mito: “Si funciona para un niño, funcionará para todos”
En grupos y foros es común escuchar frases como: “A mi hijo le funcionó X tratamiento, deberías probarlo”.
Y aunque la intención es buena, la realidad es que cada niño es único. Lo que para uno es un gran avance, para otro puede no tener impacto o incluso generar retrocesos.
Lo que sí funciona:
Evaluar el punto de partida de tu hijo y sus necesidades específicas antes de introducir cambios. Observar y registrar reacciones, y ajustar según sus respuestas, no según modas o presiones externas.
3. Mito: “Entre más rápido haga todo, mejores resultados tendré”
Yo misma caí en este error. Quería implementar dieta, suplementos, terapias y protocolos todo al mismo tiempo. El resultado: estrés para mí y sobrecarga para Alan.
El cuerpo y el cerebro necesitan tiempo para adaptarse. Cambios bruscos pueden generar resistencia, malestar físico y retrocesos emocionales.
Lo que sí funciona:
Aplicar cambios graduales, priorizando lo más urgente. Un paso bien dado y sostenido es más poderoso que cinco pasos apresurados que no puedes mantener.
4. Mito: “El diagnóstico define el futuro”
Recibir la etiqueta “autismo severo, grado 3” fue devastador. Creí que era una sentencia inamovible.
Pero aprendí que el diagnóstico es una foto del momento, no una predicción eterna. Sí, hay retos reales, pero también hay plasticidad cerebral, capacidad de aprender y de mejorar calidad de vida.
Lo que sí funciona:
Creer en el potencial de tu hijo y trabajar todos los días por abrirle oportunidades. Los avances pueden ser lentos, pero cada paso cuenta.
5. Mito: “Si cuesta más, funciona mejor”
Uno de los golpes más duros fue invertir miles de dólares en una terapia en Miami (MERT) con la ilusión de que sería “la gran solución”. El resultado fue mínimo porque no habíamos resuelto lo más básico: la inflamación intestinal.
El valor de un tratamiento no está en su precio, sino en que sea el adecuado para tu hijo en ese momento.
Lo que sí funciona:
Invertir primero en lo esencial: alimentación, sueño, control de inflamación, conexión emocional. Desde esa base, elegir terapias y recursos de acuerdo a las prioridades reales.
6. Mito: “Tienes que hacerlo sola para demostrar que eres fuerte”
La soledad que viví en mis primeros años como mamá de Alan fue uno de los dolores más profundos. Creía que pedir ayuda era mostrar debilidad.
Con el tiempo entendí que pedir y aceptar ayuda es un acto de amor propio y de sabiduría.
Lo que sí funciona:
Construir una red de apoyo: familia, profesionales, comunidad de mamás que entienden tu camino. Compartir la carga no te hace menos capaz, te hace más fuerte.
7. Mito: “No puedes desafiar lo que dicen los médicos”
Los médicos son una pieza clave, pero no tienen toda la verdad absoluta. Muchos están limitados a protocolos estándar y no siempre incluyen opciones de nutrición funcional, suplementación o terapias alternativas.
Lo que sí funciona:
Ser una mamá informada, que escucha a los especialistas pero también investiga, pregunta y observa. Tu intuición y tu cercanía diaria con tu hijo son herramientas valiosas para tomar decisiones.
8. Mito: “Si no ves cambios rápidos, no está funcionando”
Vivimos en una cultura de resultados inmediatos. Pero el autismo es un camino de constancia.
A veces, los avances son tan pequeños que solo se notan al mirar atrás después de meses.
Lo que sí funciona:
Celebrar las pequeñas victorias: una mirada sostenida, una palabra nueva, una noche de mejor sueño. Estos logros son señales de que el trabajo está dando frutos.
Reflexión final
Romper mitos no significa dejar de escuchar, sino aprender a filtrar. En este camino, lo más importante es escuchar a tu hijo, confiar en tu intuición y priorizar lo que le da salud y bienestar desde adentro hacia afuera.
Si hoy te sientes abrumada por la cantidad de información, quiero que respires hondo y recuerdes:
No tienes que hacerlo todo de golpe.
No tienes que compararte con otras mamás.
No tienes que seguir lo que todos dicen, sino lo que a tu hijo le hace bien.
En nuestra comunidad, trabajamos para darte información clara, práctica y libre de presiones. Aquí no hay fórmulas mágicas, pero sí hay herramientas reales, acompañamiento sincero y la certeza de que no estás sola.